viernes, 28 de noviembre de 2014

"Cuento"

                             "1 minuto"
Me acuerdo de mi instante mágico, de aquel momento en el que un “sí” o un “no” puede cambiar toda nuestra existencia. Parece que fue hace tanto tiempo y sin embargo, hace apenas una semana que sucedió todo…
Allí estaba yo, tan  sola como de costumbre, sentada en la esquina de mi casa, cuando observe pasar una camioneta que nunca había visto antes por la colonia, así que la seguí con la mirada, para mi sorpresa sorpresa se estaciono justo en la casa de al lado, que por cierto hace tiempo que ya estaba vacía, enseguida vi bajar a un hombre mayor ya como de 60 años aproximadamente y justo después de él bajo un muchacho joven como de mi edad, alto, delgado y güero, lo veía de espaldas cuando de repente volteo y cruzamos miradas, me sonrió y se dirigió devuelta al señor mayor que creo era su padre; me había sorprendido eso, hace mucho tiempo que alguien me sonreía (claro aparte de mis padres) y menos alguien como él, con tan bonitos ojos. Lo pensé por unos segundos pero después recordé que se me hacía tarde para llegar a la escuela así que me apresure.
Cuando llegue a la escuela, todos me miraban raro, pero yo ya me había acostumbrado a ese desprecio que todos me tenían, solo porque no me veía como cualquier otra chica de la escuela, solo porque yo no usa uniforme de animadora, solo porque no me hacia la tonta para llamar la atención, solo por eso, así que ya ni siquiera me importaba lo que pensaran de mí; me senté en la última fila como siempre, en un rato llego el profesor y comenzó a dar otra de sus aburridas clases, yo jamás ponía atención, la verdad no era de esas personas que se mataban estudiando ni nada, yo solo iba a la escuela porque mis padres querían, a mí me había dejado de interesar la escuela y el estudio desde ya hace tiempo, yo era de las que nunca participaba y de las que siempre salía mal en sus exámenes, solo por una simple y sencilla razón: no le veía sentido a la vida y motivo por el cual debía de seguir adelante, para mí era como estar muerta sin haber muerto.
Al cabo de un rato, alguien toco la puerta, el profe salió por un momento y cuando regreso nos dijo que había llegado alguien nuevo al salón, valla sorpresa era el mismo tipo al que había visto en la mañana, entro y se sentó cerca de mí, el me miro y sonrió, pero yo lo ignore; pasaron las horas, hasta que toco el timbre de salida, me retire del salón y el me siguió enseguida y me dijo:
-      oye, oye, espera un momento
Hice como si no lo hubiese escuchado, pero él me alcanzo, me toco el hombro y me dijo:
-      hola, mi nombre es Erick y tu ¿Cómo te llamas?
Me le quede mirando sin decir palabra; el siguió caminando a mi lado y comenzó a hacerme platica pero yo no contestaba nada, hubo un rato de absoluto silencio, pero no se sentía vacío el momento, era como si nuestras almas conversaran, mientras tan solo cruzábamos miradas; luego de un rato me pare y le dije:
-          ¿Por qué?
-          ¿porque, qué? - contesto
-          ¿Porque, me hablas? – respondí
-          Te me haces interesante –dijo –aparte creo haberte visto en la mañana
-          Mmm, y ¿Por qué no vas con otras personas?
-         Pues ya te dije, te me haces interesante y los demás son como cualquier otra persona y tú no, tú eres diferente –contesto
Yo tan solo sonreí
-         - Por fin te he visto sonreír, y tienes una sonrisa hermosa –dijo
Lo único que dije fue:
-          Me tengo que ir
-          ¿puedo acompañarte? a parte vivimos por el mismo rumbo
-          Bueno
Me fue contando acerca de él durante todo el camino, hasta llegar a casa, cuando me despedí, justo antes de entrar a mi casa me grito
-        Por cierto, no me has dicho aun cómo te llamas
-         Litzy, mi nombre es Litzy
Él sonrió y se dirigió a su casa  
Pasaron los días y poco a poco él se fue acercando a mí y comenzó a interesarse en mi vida, él siempre me daba ánimos y me decía que la vida es hermosa como para no disfrutarla, que no me la pasara pensando en las cosas malas, que le viera el lado bueno a todo, empezó a ayudarme en  las materias que más se me dificultaban. Así mismo fue ayudándome de manera sentimental y espiritual.
Cuando estaba con él las cosas cambiaban, me hacía sentir viva y alegre, todos notaban ese gran cambio en mí, mucho más mis padres, que siempre me apoyaron en todo. El influyo en mi de una manera extraordinaria que yo no me hubiese imaginado, pero todo eso fue para bien, porque, ya no era la misma, ya me arreglaba más, ya me interesaban las cosas y mis estudios, pero sobre todo, noté que ahora ya no sentía lo mismo por Erik, ya no lo quería solo como amigo y el parecía sentir lo mismo por mí.
Un día, cuando iba llegando a la escuela, me encontré con una maravillosa sorpresa, allí estaba el con un ramo de rosas y con una pregunta por hacerme:
-          ¿quieres ser mi novia? – dijo con vos quebradiza
-          Si- conteste sin pensarlo dos veces
El me abrazo y me dio un beso diciéndome:
-         Eres lo mejor que me ha pasado
-      No, tú fuiste quien cambio mi vida por completo y me hizo alguien nueva, fuiste tú quien en un minuto arreglo lo que ya estaba destruido, así que tu sin duda eres lo mejor.
A veces solo necesitamos de alguien para que nos aliente a seguir adelante, para que nos de ese pequeño impulso que nos hace falta, y así nosotros saber que por lo menos alguien sabe y confía en que nosotros podemos, alguien que sin pedirnos nada a cambio nos pueda dar un minuto de su tiempo. 






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